29 marzo 2006

MÁGICA REPÚBLICA, en el siglo IV, en LUGO, GALICIA, (ESPAÑA)




MÁGICA REPÚBLICA ANCAREÑA


ESVARIOS


En las brumosas tierras del Miño, por las riberas del Neira, recreándose en las aguas y las montañas de los Ancares, surge esta narración. Serán pues los Ancares el centro de esta historia imaginaria que gira alrededor de una tribu, los Esvarios, quienes mantienen las costumbres ancestrales de sus antepasados, los primeros celtas y de los que se atribuyen la más pura descendencia.
Son los Esvarios hombres robustos, de alta estatura, blonda melena, barba larga, ojos verdes, rudos de ademán, tan fieros como nobles y fieles a sus creencias; sin duda, son
gallús ancareños.
Son mágicos, como sus tierras, que se sitúan entre los ríos Miño, Sil, Eo, Neira y Navia. Agrestes tierras de difícil orografía, sobre todo por el sur, donde lindan con los montes Nerviasos y Ervasos.
Allí, en las montañas de los Ervasos y Nerviasos, en sus vertientes, levantaron casas, y en una de las címas, en un cerro aislado, punto crucial para divisar y ser divisados, construyeron una fortificación, establecieron sus viviendas en lo que conocemos como castro, y que los Ancareños llamaron Cervasos; Cervasos sera el núcleo de este relato.

El castro de Cervasos está rodeado por un muro protector de piedras y un foso excavado en la tierra que facilita la salida é impide la entrada.
En el recinto principal se encuentran la mayoría de las construcciones, viviendas, corrales, almacenes, y edificios de uso comunal, agrupadas todas ellas formando barrios que se articulan en torno a dos correderas y a la ronda que discurre paralela a la muralla principal.
Fuera de la zona amurallada, los Esvarios, edificaron en forma de circulo, un templo destinado a la adoración; un lugar sagrado, respetado por todos, tal y como habían hecho los antepasados.
Para acceder al Templo, hay que encaminarse a la vereda de los monolitos, que es una senda de cantos, donde, incrustadas ambos lados del camino, hay dos grandes piedras basálticas, de color blanco rosado que parecen protegerla y que, seguramente, transmiten la energía necesaria para limpiar de impurezas a los visitantes; los monolitos, advierten a los malos espíritus de la presencia y dominio del bien.
!Ay de aquel maligno que ose traspasarlos!
Al final del recorrido se desemboca en la entrada al Circulo, donde puede verse la gran piedra de las ofrendas, arca sagrada, a su lado, están las nueve piedras rojas destinadas a la incineración de cadáveres.
El circulo es en realidad un Santuario y lo construyeron, en los tiempos primitivos, los antepasados. Ha sufrido varios actos de destrucción; hasta los romanos quisieron utilizar sus piedras para construir la muralla de la cuidad en la que acampan sus legiones, pues eran incapaces de frenar los ataques hostiles a los que estaban sometidos. Lo intentaron varias veces pero fue tan feroz y contundente su defensa, que abandonaron los intentos. Con todo en contra, la perseverancia del invasor, fructificó, y levantaron en las tierras llanas, una ciudad y la protegieron con una muralla inexpugnable.
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KELTOIS



Los primeros Keltoi que llegaron hace 1.500 años, vinieron del tronco de las tribus germánicas, indoeuropeas del Hallstatt, ¡Del hierro!. Son saefes, los que según las leyendas, expulsaron a los oestrimnios, íberos peninsulares, invadiéndoles con serpientes.
No hay duda, los Esvarios, que habitan en los Ancares, descienden de ellos, buscan la protección en los círculos líticos, como ellos la buscaron en sus tiempos, cuando acudían a Cervasos, la tierra de los ciervos; no solo para la caza. pues allí iban los guías en busca del día, a pedir a los vientos que alejaran de los valles las nieblas que dejaran entrar el sol, el germen de la vida y estos antecesores, fueron los primeros que prendieron sus hogueras en la noche, para atraer a la luz y expulsar las tinieblas. Aquellos adoradores del Sol y de la Luna, que veneraban a la tierra, rezaban a los vientos y que acudían a Cervasos por el solsticio de verano, al encuentros con sus dioses en busca de su protección, eran: Ladovis, Baedyles, Cabarcis y Egivarri Namarini, y de la idílica mezcla de todos ellos, nacen los mágicos e irreales Esvarios pobladores de los Ancares, descendientes de estas tribus, con sus costumbres no muy diferentes ó lejanas de su pasado, de hecho siguen muchos de los rituales de los antecesores, aunque ellos, adoran a Cheivenfei, el errante, por encima de otros dioses, y Evei es el Gran mago, el sacerdote, guiador y guardián del circulo; él que ha sido bendecido por los dioses, protegido por Cheivenfei, el que tiene nueve hijos y de cada uno, nueve nietos; es aliado la fortuna y no puede pedir más.
De los nueve hijos de Evei, Weife es el mayor, llamado el domador de toros; castrándolos, logró, su mansedumbre y docilidad para utilizarlos en el acarreo de grandes pesos. Le siguen en edad Caurel y Cedrón, que son cazadores, grandes entendidos de los montes, expertos de los bosques, pero, sobre todo, son guerreros. Manzoi, el herrero, muestra su arma preferida, el hacha de doble filo, y la maneja con suma maestría, además sus espadas son apreciadas como las más resistentes. Abragans, el nómada pastoreando sus cabras y ovejas. Bubial, criador y adiestrador de perros, los instruye en defensa y ataque, esmerándose en la educación de los pastores y guardianes del ganado. Langar, montador de maderas, no hay nadie más capaz en el conocimiento y transformación de la madera destinada a los útiles de agricultura, así como mangos de hachas, lanzas y pértigas. Laxe, escultor de la piedra, creador de molinos para las distintas especies, aunque normalmente, utilizan la harina de la bellota y la castaña, también la obtienen del trigo y el maíz. Vidual, elabora prendas de vestir y capas de lino mezclado con lanas de cabra conocidas como caracallas, sin duda son las mejores.
Feixo, El gran arquero, es el único hermano vivo de Evei; solo él conoce la respuesta que dará el arco a brazo de cada hombre...

Los Esvarios, una vez aposentados en las tierras altas de los Erviasos y Nerviasos, se extendieron por las riberas del Neira y del Navia, de este modo; los cazadores dominadores de los montes, se convierten en agricultores y ganaderos; además se muestran muy celosos en la defensa de su su territorio, lo mantienen libre de conflictos en relativa armonía con las tribus vecinas, son pacíficos, aunque en la peleas y combates se muestren fieros y aguerridos.
Aman y adoran a los perros entre los que destacan los de tipo macrocéfalos, molosos, de gran envergadura, similar a la de un caballo y que en muchas ocasiones utilizan en las luchas contra sus enemigos: suelen cambiarlos por vino y objetos lujosos; ésta tradición, herencia antigua, la mantienen con arraigo.
En las tierra bajas cultivan el mijo, en las llanas cebada y trigo. Las Beiras del Eo proporcionan caballos y las tierras altas del Navia trabajan el hierro con maestría inigualable.
Las familias y los clanes se expresan en asambleas, eligen a sus jefes. ¡Los sacerdotes no son elegibles!
¡Existe propiedad privada, y pese a ello, todas las tareas son comunes!.
Los botines de guerra ó de rapiña, los distribuyen los jefes guerreros, sin la mediación de los sacerdotes y con la aquiescencia de los jefes de los clanes.
Algunas de estas tribus han sido dominadas por el romano, otras pactaron alianzas con ellos, muchas fueron sometidas y esclavizadas, sin embargo, con los habitantes de los Ancares no llegaron a encontrarse ó enfrentarse, bien fuera por que lo impedían las condiciones geográficas, inhóspitas, por su modo de vida, o quizás, por la pobreza de su territorio, aunque lo mas probable es que influyo la valentía y la actitud indomable de los Esvarios. De este modo preservaron sus costumbres, evitaron su romanización, contribuyeron con su ejemplo y coraje al sostenimiento de la libertad, sentimiento común y lazo de unión con las tribus hermanas.
Se puede cuestionar la existencia de estas tribus. Pero existieron, vivieron ¿ó a un viven? en lo mas profundo de la Galicia interior y no tan interior, donde, aún hoy, quedan en los pueblos y aldeas, visibles, casi palpables, los restos de su existencia...


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ANCAREÑOS

A los Ancareños les preocupa mucho la humedad y para evitarla usan piedras pequeñas, enlosan las calles que enlazan las zonas comunes con las privadas.
El carácter individualista de los clanes les lleva a la tendencia de aislar las construcciones familiares con muros de poca altura, eso si, a modo de vestíbulo exterior en el que se integra un horno para pan, y una piedra tallada para las ofrendas los genios protectores.
Gozan la vida apaciblemente, basan su economía en la recolección de sus cultivos de mijo, cebada y trigo, además del aprovechamiento de los frutos naturales como la bellota y la castaña.
De la bellota y de la castaña, obtienen harina para el pan, alimento vital, con la cebada elaboran una rica cerveza que degustan, quizás en demasía, no sucede lo mismo con el vino que obtienen en los intercambios con el romano y que resulta difícil de conseguir.
En el otoño celebran la recogida de la castaña con un ritual en el que bailan, entorno al fuego donde las castañas se están asando; hombres y mujeres jóvenes, desnudos, pintados íntegramente de negro, danzan hasta la extenuación.
Los Esvarios y en especial los Ancareños tienen en alta consideración a las mujeres, ellas realizan tareas iguales a la de los hombres, exceptuando la caza y la guerra.
Para ellos el agua da la vida, vive por el día y duerme por la noche, la sanación, vendrá con las recogidas en nueve fuentes, al alba ó al anochecer, siempre en los solsticios o en los equinoccios.
Los habitantes del castro de Cervasos han tallado piedras para albergar agua en una edificación al lado de la cual existe un hoyo en el que hacen fuego (como si de un un horno se tratara) que les permite calentar las aguas, gozando de “baños” incluso en pleno invierno. Laxe, el escultor la gran piedra de las ofrendas, esculpió en la base las grabaciones que recuerdan a los Esvarios la procedencia de los antepasados, donde puede apreciarse, desde un circulo encerrado en un cuadrado atravesado por cuatro lineas que coinciden en el centro hasta símbolos de círculos concéntricos, pasando por los esmerados trazos de “verroes”; el tallador, ha labrado a modo de friso, todo su contorno, incrustando los signos de las leyendas sin olvidar las hazañas de los grandes guerreros del clan.
La vida cotidiana es apacible, disfrutan de buena salud. cultivan la tierra, pescan en los ríos, cazan en los montes y bosques; crían cerdos, pastorean cabras, vacas y caballos.
Recolectan herbaje para alimentar sus ganados durante el frió y crudo invierno, durante el cual, en torno al fuego, relatan hazañas ajenas ensalzándolas como propias, muchas de las cuales las convierten en leyendas.
Viven, plácidamente, en las montañas y en sierras de fuertes pendientes, encajados en sus valles, ajenos a las convulsiones que experimentaba el mundo del romano...


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EL LEGADO DEL FUEGO

El gran legado de los antepasados es el fuego, por ello es sagrado, y no se puede escupir, orinar, ni fornicar en su presencia, lo renuevan en el solsticio de verano y en el equinoccio de invierno, siguiendo la tradición. Pasan las largas noches invernales alrededor de él, lo mantienen permanentemente, dentro de sus viviendas, sobre losas, para calentar los espíritus de sus antepasados; y en torno a él, sentados en bancos corridos cuya funcionalidad propicia los debates cotidianos de la familia, convocan a los espíritus, para que intervengan en su destino y rezan para que el cielo no se desplome sobre sus cabezas.
El sagrado fuego, con su calor, les invita a los recuerdos y al tiempo que rememoran los tiempos pasados, fantasean con sus propias vivencias, convirtiendo hechos cotidianos en verdaderas hazañas, haciendo así que surjan y se transmitan las leyendas de genios tutelares de los poblados, de héroes más o menos divinizados, mitos de guerreros valerosos, de jefes o dioses protectores. El mito más difundido comienza en la antigua leyenda donde se relata como un petirrojo fue a buscarlo al sol y cuando regresaba con él a la tierra, ardieron sus plumas, y entonces, los pájaros acudieron en su ayuda, entregándole una pluma, todos menos la lechuza por este motivo esta condenada a vivir de noche.
La noche es misterio, esoterismo, carcelera de la luz, y es en las del invierno, donde los cuentos y leyendas dan lugar a la transmisión de tradiciones: también conceden tiempo para enseñar a los jóvenes y entrenarlos para superar las pruebas iniciáticas; los ancianos tienen el deber de transmitir los conocimientos a los adolescentes.
En las noches aparecen las leyendas de los antepasados, los ritos y mitos más antiguos en las que se relatan y señalan el principio de los tiempos y como todos los hombres conocían el lenguaje de los seres vivos y podían comunicarse con los animales; También distinguían el uso de las plantas y como este conocimiento sé perdió por la avaricia, la codicia y la falta de respeto a la vida.
Los ancianos son la fuente de las tradiciones y a ella acuden, entre asombrados y atemorizados, no solo los jóvenes adolescentes, también los adultos solicitan los recuerdos y sus consejos.
Ante el fuego del lar los niños y jóvenes, escuchan a los ancianos y ellos les cuentan como los moradores del otro lado, a veces nos visitan en forma humana; relatan como los antiguos: abandonaron las fértiles riberas del gran rió, el padre de la vida, y recorrieron la tierra, tras el rastro del sol, al encuentro con la luna, guiados por Cheivenfei, el dios errante. Son narraciones que muestran el mágico poder de los dioses sobre los elementos; así rinden culto a Bandunae, dios del agua, Edovius, protector de las moradas,Verón, protector de los animales...
Aprenden desde niños, como amar a los dioses, la forma de solicitar su protección, además, como comportarse ante ellos.

Envueltas en la magia llegan a los adolescentes las leyes para los miembros del clan, normas que los harán hombres; hombres libres, respetuosos con la naturaleza, con los animales y con sus mayores.

También, en las leyendas, llegan las pruebas iniciáticas donde los adolescentes deben demostrar su valentía y que están preparados para formar parte, con pleno derecho, del clan y de la tribu.
Para superarlas, han de atraer y dar caza al fiero oso y el bravo y robusto Xábarin; capturar un rebeco y un ciervo, una donicela, un armiño y una Jineta; tienen que respetar a las hembras para preservar la continuidad de las especies: son intocables, el Lúbican, (gato salvaje), el más sagrado de los gatos y el gallo, que solo puede ser sacrificado como ofrenda a los dioses; las gallináceas del bosque, expresamente santificadas, serán para uso exclusivo de las Ninfas.
Vienen en las leyendas, las iras de los dioses como Veona, quien, trocado de Druida, contemplándose en las cristalinas aguas del lago, observó como una manada de lobos sé disponían a atacarle, airado y enojado, trazo un circulo con su vara y los transformó blancos para que nunca más pudieran camuflarse, además, los condeno a vivir solo de noche, en adelante morirían al llegar el día y nacerían por la noche.

!Evitad enojar a los dioses! advierten los ancianos.
Explican los ancianos de la tribu como la vida es magia, producto de los espíritus del otro mundo y surge del agua (alimento de la creación) allí, en el lugar de descanso y recreo de los dioses, viven todas las especies de la flora y la fauna terrenal y en el centro de un profundo lago, tienen un jardín maravilloso donde guardan, en los cálices de las flores, los espíritus de los niños aún no nacidos; solo la cigüeña, con sus extensas alas y su largo pico puede acceder a extraerlos para que nazcan en este mundo.

La cigüeña, cuando llega el momento, vuela a depositarlo en el regazo de la madre...
Deberéis depositar vuestra sangre de hombres libres en los miembros del clan, dicen los ancianos,; derramarla, si es preciso por los hermanos de la tribu.
¡Así lo han hecho nuestros padres, así deberéis hacerlo vosotros!

Solo se rompe la monotonía cotidiana con pequeñas disputas que surgen ocasionalmente en la convivencia diaria; la mala cosecha o la falta de caza, genera la discusión sobres cuestiones tribales que suelen terminan en desafíos personales, incluso entre los miembros de la familia, pero a pesar de que no tienen consideración por su vida, acaban sin mayores consecuencias.

Cuando el oscuro manto de la noche, domina sobre la luz del sol, el mal acecha, los seres malignos, protegidos por la oscuridad, salen en busca de divertimento y los Esvarios, que saben que existen, se protegen con muchos y variados amuletos; cuernos de vacaloura, colmillos de jabalí o los torques, sirven para detener a los seres malignos.

Los Torques son útiles para casi todo, sirven como simbolo de poder y distinción; imitan el poder del circulo y sus dos piedras guardianas en realidad son unos collares rígidos o semirrígidos que adoptan una línea curva que no llega a cerrar...



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EL CASTRO DE CERVASOS

En el castro de Cervasos se vive una frenética actividad, es un día radiante especialmente para Veife, el domador de toros, el valeroso jefe guerrero que no es capaz de mantenerse sereno pues se halla perturbado desde el momento en que su mujer entró en el Painen, así se llama al lugar de los partos, donde alumbran las mujeres de la tribu y que está preparado para cuando es necesario.
Es increíble y
parece mentira; el temible guerrero no cesa de rondar con la maza en la mano, alterado, nervioso, deambulando sin rumbo, tan irascible que nadie osa dirigirle la palabra y menos acercarsele.
Reina el ajetreo y llega con nitidez el llanto de la vida, el alarido de la feliz maternidad, suena con fuerza, es el indicador inconfundible que anuncia la llegada de una nueva vida y más aún, ¡es varón!; Veife siente la euforia de todo progenitor; se siente colmado, la estirpe de su sangre tiene sucesión y heredero.
En el poblado, los gritos de jubilo estallan al unísono, el jefe de los guerreros, encantado con su paternidad, es zarandeado repetidamente con alborozo y al tiempo que las mujeres abandonan el lugar de los partos con la madre feliz; mujer que cumple con la esperanza de perpetuar la familia.
Los hombres se entregan a festejar, mientras las mujeres del castro que han asistido a Ecle durante el alumbramiento, lavan al niño con las aguas de manantiales de nueve fuentes que fueron almacenadas en nueve vasijas y recogidas al alba; calentadas y ahumadas con muérdago, conforme al ritual de los antepasados, así él recién nacido, sera protegido por los espíritus de las aguas y respetado por ellas.
Cesá el vapuleo de Veife cuando las manos extendidas de
Ecle le entregan al vástago, entonces, en el rostro relajado de Veife, puede apreciarse nítidamente, como la ternura ha invadido su cara; el feliz padre levanta la vista al cielo, alza al niño y emite con fuerza “Hei...iíí... Cheivenfei” que resonó por todos los valles.
Weife, con el niño entre sus brazos se dirigió a Evei y, el sacerdote,al pie de la Gran Piedra Blanca y cuando los rayos del sol centellean sobre ella, clamó,
¡este es mi nieto, Eifen, hijo de Veife, protégelo y haz que su vida sea guiada por tus estrellas!.
El Guiador, el guardián del Circulo, el poderoso mago Evei, deposita al recién nacido sobre la piedra y reclama la protección de
Cheivenfei, ruega a los genios y los Dioses menores que amparen a su nieto.
En Cervasos el sol brilla con más energía.

¡Ha nacido un guerrero!
Y los Esvarios lo festejaron, siendo bendecidos por días luminosos y noches estrelladas, hasta el Alba se vistió con sus trajes más esplendorosos...

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LA VIDA EN CERVASOS


Entretanto la vida discurre con normalidad en Cervasos viendo el pasar de las noches y los días y el crecer de Eifen, hijo de Weife, nieto de Evei que es ya todo un hombre, grande, fuerte y ágil; bien entrenado, osado y valiente que goza de gran prestigio como cazador de osos y recorre con ansia las tierras ancareñas en busca de aventuras:su atrevimiento es tal que le lleva a realizar expediciones de caza en solitario a los lugares más insólitos y lejanos. Para él todo es aventura y aprovecha cualquier circunstancia: en esta ocasión ha dado muerte a un enorme oso pardo y cuando, enfrascado en desollarlo, es atacado por una enfurecida osa a la que logra dar muerte, tras larga lucha, saliendo tan mal parado que hasta perdió los sentidos: por ventura, poco a poco fue recobrándose aunque estaba herido de gravedad; como buenamente pudo, arrastrándose entre la frondosa vegetación, logró evadirse del lugar en busca de un refugio en previsión de más ataques.
Ha pasado la noche oculto y en silencio, soportando estoicamente los dolores cuando un gratificante sonido de agua llama su atención, como buenamente puede se encamina hacia su procedencia. Aparta las ramas del saúco, y ante sus ojos aparece un verde prado, el más hermoso que ha visto, al fondo, frente a él, formando una cortina de agua formada por chorros que vierten en cascada sobre un cristalino lago. A duras penas consigue incorporarse, trastabillando se dirige a ellos pero agotado por el esfuerzo, cae sobre la blanda hierba, inerte, desmayado.
Cuando recobra la conciencia, se halla rodeado de Dríadas que le están contemplando asombradas, tienen sus brazos extendidos sobre su cuerpo y no tardan en levantarlo, con suma facilidad, como si de una pluma se tratara, lo transportan tras los chorros, por una escarpada senda, hasta la angosta entrada de una gruta, y desfallece.
Al pasar el tiempo, ante el calor del fuego, cuidado por la ninfa del agua, Valda, la que inspira a su abuelo Evei, su protectora, recupera los sentidos, mirando incrédulo a la hermosa Munia, ungiendo sus heridas, prestándole amorosos cuidados; descubre a su . amada que ha permanecido sin apartarse de su lado durante los días y noches en los que estuvo luchando por su vida, yendo y viniendo en sueños al “otro lado”.
Nadie en Cervasos duda de sus genios protectores pero en el caso de Eifen su genio vino en forma de extraño viajero que lo encontró desfallecido, prácticamente sin vida, y así se presentó en el castro.
El forastero fue bien recibido, no por haberse presentado con Eifen, el alto grado de hospitalidad que practican los ancareños es por todos conocido: aunque no venía en busca del viento, ni de la protección del circulo, tampoco a venerar a Cheivenfei.
Proviene de las tierras del sur, viste túnica blanca bajo su capa caracalla, se llama Arbo es predicador del monoteísmo cristiano, sus creencias las difunde desde la honradez y reconocimiento de otras religiones, de hecho los ancareños son como sus antepasados, politeístas, la adoración que profesan a Cheivenfei, no es exclusiva y también se encomiendan a otras divinidades.
Con la llegada de Arbo se organizó una algarabía: todos se disputaban el derecho de alojarle y agradarle, tal era su sentido de la hospitalidad. Eiven tuvo que intervenir para mediar y establecer la forma que permitiera complacer a todos.
Arbo, prisionero de la hospitalidad, pernoctó y convivió con todas y cada una de las familias del poblado, y por todas fue agasajado: permaneció todo el invierno en Cervasos aunque no hubiera podido abandonarles hasta no haber cumplido, al menos un día con cada una de ellas, hubiera sido imposible dejarles a causa de las nieves caídas que hacían imposible transitar fuera de Cervasos, el castro quedaba aislado, al igual que todas las aldeas de los Ancares, todos los inviernos.
Arbo es condiscípulo de Prisciliano, esconde con astucia las respuestas a preguntas para las que no tiene clara contestación, insinúa que su dios, es como Cheivenfei, para seguir difundiendo la idea de un único Dios. Cuenta que Dios a creado a los hombres y mujeres iguales, y este mensaje cala profundamente entre las mujeres de la tribu que ostentan esta condición; lo dice con el corazón lleno de fe pero se aplica en su máxima, “el que sabe, calla”. Omite y silencia muchos de sus pensamientos, incluso que su maestro fue declarado hereje y brujo por sus correligionarios y decapitado: omite también que es perseguido para ser escarmentado.
El misionero priscilianista en su larga estancia en Cervasos, ostentando la condición de privilegiado, disfruto del baño caliente, gozo en mujer sin desposarse y se deleito con sus costumbres sin privarse de nada.
Con el comienzo de la primavera, el forastero abandona Cervasos con inmensa pena, en la creencia de haber convertido a sus habitantes a la fe cristiana, va en busca de otras gentes, no lejos, a la primera aldea. Tras él, agitando los brazos en señal de despedida, Evei sonríe irónicamente, conocedor de los augurios que el futuro le depara, le despide con un ¡Que Cheivenfei te guié!
En Cervasos hay tiempo para el amor que surge entre los jóvenes libre y espontáneo; se suceden historias como la Munia y Eifen:
Munia esta pastoreando su ganado, ella no lo sabe, pero esta siendo observada. En la espesura del bosque, Eifen la esta mirando con embeleso. Permanece inmóvil, escondido en la frondosa vegetación.
En la espesura boscosa, unos extraños movimientos, llaman su atención, le llegan los sonidos propios de los osos y efectivamente, puesta a dos pies, oteando, hay una hembra de oso de pelaje pardo. El carnicero mamífero, olfatea el ganado y junto a ella hay dos crías, el riesgo es inminente, Eifen no duda, rápido se acerca a su caballo, extrae la pértiga con la larga y afilada punta de hierro, arma su brazo mientras, acuciada por el hambre, la osa sale de la espesura tras los vacunos desmandados, en su necesidad de comida no advierte la presencia del hombre, ni el peligro que para ella representa.
La vara sale del potente brazo de Eifen, firme y veloz; penetra por la espalda del plantígrado, atravesándolo por completo, el plantígrado se revuelve con un rugido de muerte y cae inerte ante Eifen; los oseznos se acercan a la hembra, prácticamente muerta, no les importa la presencia del humano, lamen su sangre intentando cerrar las heridas. Eifen, aprovecha la circunstancia para capturarlos y laceados los sujeta para evitar su huida.
Munia, ha contemplado la escena paralizada, sin dar crédito a lo que esta viendo, incapaz de reaccionar y cuando los brazos de Eifen rodean su cuerpo, se ciño a él buscando amparo. Eifen no desea otra cosa que abrazarla, arroparla, protegerla y mostrarle todo el amor que lleva dentro. Con enternecedor cariño, acariciando su pelo, sintiendo palpitar de su corazón, el tiritar de su cuerpo, se afana en calmar a la asustada mujer y ella, sintiéndose protegida, va relajándose, entregándose a las sensaciones del cuerpo, sin contenerse, y liberando los instintos, ambos jóvenes rodaron entrelazados por el verde prado. Se entregaron a satisfacer el deseo de sus cuerpos, las sensaciones y los estremecimientos no saciaban sus apetencias, empapados en los sudores, exaltados y apasionados, no concluyeron de amarse hasta quedar extenuados, profundamente dormidos.
A la mañana siguiente, Veife y su hijo Eifen se dirigieron a la palloza de los Viar para pactar las condiciones de la unión de los jóvenes, dando paso a grandes festejos.
Establecido el oportuno convenio, Munia paso a pertenecer al clan de Evei, Veife, se sentía honrado por los dioses, lo vislumbrado por, su padre Evei, verdadero adivino, sé ha cumplido y sabe que los dioses bendicen a Eifen, el destino espera al que será, el gran guerrero de los Esvarios.

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CITA EN CERVASOS

A finales del siglo IV, finaliza la hegemonía del imperio de los Cesares y es entonces cuando en los castros de las tribus Esvarias se viven profundos cambios; muchos de los castreños se expansionan fuera de las fortificaciones y otros ocupan los castros abandonados por imposición del romano.
Los que abandonan los castros levantan poblados en las cercanías de ríos, en las proximidades de fuentes y arroyos, en las faldas de los montes, alejados de ciudades.
Roturan el monte solo para cubrir sus necesidades; construyen refugios para ellos y sus ganados, bajo el mismo techo, a su lado, con el fin de aprovechar su energía calorífica y también para protegerlos de los depredadores.
Los mágicos Esvarios, abandonados e ignorados por el romano, disfrutan de independencia y gozan su libertad lejos de los avatares de las decadentes urbes.
Ésta situación no durara mucho y Evei, el sacerdote de Cheivenfei, verdadero adivino, es consciente del peligro que se avecina; al fin sucedió, el romano avasallador ha sucumbido, pero con él, cae la autoridad que mantenían sobre el territorio sus legiones.
Es más que evidente que ha dado comienzo la desarticulación de la administración del imperio. Muchas tribus emprenderán el camino de la guerra e incluso las más afines, se abalanzaran sobre las aldeas; no solo por pillaje, lo harán para expandirse.
Evei, el gran mago, no lo imagina, le ha sido anunciado en las vísceras del urogallo a tal efecto sacrificado, por ello reflexiona y entiende que no hay lugar para la duda, es necesario organizarse; hacerse fuertes para protegerse de los enemigos.
Defender la tribu, el territorio y las tierras en las que están asentados, preservar el modo de vida, resulta complicado para las poblaciones sin fortificar, y más aún, para los que no son habitantes de ciudades y sí moradores de aldeas, pues en ellas, las dificultades aumentan y las tareas defensivas no pueden acometerse de forma individual sin riesgo de fracasar: cavila, medita y llega a la única solución posible; citar a los clanes, convocar a las tribus hermanas de los Esvarios.

El romano le había enseñado el camino cuando estableció alianzas con sus enemigos, incluso con muchas de las tribus vecinas, pactó antes que imponer: ahora, en la decadencia de su imperio, Roma se ve obligada a negociar alianzas con las tribus germánicas para proteger sus fronteras, así que no puede menos que negociar... y ofreció a Suevos, Vándalos y Alanos un pacto: aceptar la condición de amigos de Roma a cambio de tierras en Hispania...Evei no tiene ninguna duda de la aceptación del trato y sabe que vendrán...sus facultades de adivinación así se lo muestran.
¡Hay que llamar a la alianza a los Esvarios¡
Requiere la presencia de Veife que acude con prontitud: y al sonido del cuerno, se van juntando, entorno a la piedra blanca, todos los guerreros de Cervasos donde Evei, el verdadero adivino, les anuncia sus predicciones:

Malos vientos acechan nuestras tierras, se acercan poderosos enemigos que amenazan nuestras dominios: los hombres de nuestra raza han sido siempre libres, sin más dueño que su pensamiento; hemos estado luchando continuamente contra el romano, vencido a sus legiones y nos han vencido pero nunca hemos perdido nuestra dignidad, bravura y valentía. Algunos de los nuestros fueron utilizados por el romano como esclavos, otros pelearon junto a ellos a cambio de obtener botín de guerra. Los hubo que fueron esclavizados y utilizados para remover la tierra para extraer oro para Roma, muchos, si no eran liberados, morían espada en mano, atacando a sus opresores, otros eran liberados por nuestros guerreros.
Aprendimos a cultivar el agro y a construir viviendas fuera de los castros, nuestras aldeas.

Trajo el romano la vid, y algunos de nuestros hermanos la cultivan, caminamos por las vías levantadas con sangre y sudor y con el tiempo nos fuimos entremezclando.
¡Pero ahora nos encontramos con una situación bien distinta: los hombres contra los que nos tendremos que enfrentar son de nuestro tronco, vienen de nuestro pasado, traen en común, costumbres y dioses!.
El vuelo de los pájaros muestra que han aceptado los tratados con el romano e iniciado la marcha. Cuando lleguen, arremeterán contra las aldeas y poblados de las tierras llanas y de las tierras bajas, y también lo intentaran con nosotros. ¡estad seguros¡
La ausencia de tropas del romano propiciara el descontrol, los asaltos, el pillaje y los saqueos. Las aldeas tendrán difícil la defensa, los castros serán más seguros y capaces para rechazar a los enemigos.
Ha llegado el momento de unificar nuestras fuerzas; tenemos que defendernos, y aún más, si fuera necesario, atacar, es preciso establecer alianzas con las tribus vecinas, cuantas más, mejor. Hay que reunir a los lideres de los hermanos, amigos y enemigos, es preciso aunar fuerzas, lograr acuerdos establecer alianzas.
Se avecinan tiempos difíciles y debemos evitar enfrentamientos entre nosotros y para ello, citareis a todas las tribus para la primera luna llena de la primavera, aquí en Cervasos. Pudiera ser que algunos os reciban como enemigos; no debéis de presentar batalla, puede resultar muy peligroso, pero es posible que evitando el enfrentamiento, logréis su adhesión; lo haréis en nombre de Cheivenfei del Guardián. Portareis el emblema de la Culebra azul bajo el que combatieron nuestros antepasados.
¡Ha si me ha sido revelado!
Mientras Weife, hijo de Evei, envía partidas de guerreros como emisarios a todas las aldeas, a todos los castros, incluso a los antiguos enemigos; cita y convoca, para poner en común, los conocimientos sobre sus enemigos; para establecer la alianza, la unión de los Esvarios; al mismo tiempo, en el alto Rhin, Suevos, Vándalos y Alanos, obligados por los Hunos cruzan el río y efectivamente, aceptaron el trato y emprendieron viaje... arrasando todo cuanto encontraban en su camino...
No existe jerarquización entre los asentamientos, cada castro y cada aldea goza de independencia y de su propio territorio, este aspecto es esencial a la hora de federarse, como fundamental fue la intervención de los ancianos guías, Legan, Ebúl, Neira y Hor, que encontraron sentido a la unidad.
La llamada llegó a los confines de la tierra, más allá de donde llegaron los emisarios de los Evei: vinieron de todos los lugares: allí están, asisten a la cita.
Patriarcas, guerreros, clanes y todas las tribus han acudido a la cita, la asamblea del solsticio de verano ha reunido a los Esvarios.
Largos días, noches cortas y esplendorosas, acogen a los descendientes de los Ladovis, Baedyles, Cabarcis y Eguivarri Namarini, llegados de todos los lugares para asistir a la cita: es la primera luna llena de la primavera.
Han sido convocados para poner en común, los conocimientos sobre sus enemigos, para intercambiar opiniones, aunar las necesidades, defender los intereses y han acudido a la cita de los Ancareños...
Acampados en las praderas de Cervasos en torno a sus hogueras, agrupados por familias y clanes están los más grandes guerreros: Loan, Dogan, Quiro, Pear, Manzoi, Segan y Bubial, vienen del Medio Miño; Doade, Fontao, Vidual y Barrantes, provienen del Bajo Sil; Neira, Abragans, Langar, Laxe, Cascalla y Tourvill, llegaron de las Tierras Bajas; Louzara, Vila y Feixo, son montañeros del Orivio.
Valonga, Outariz, Buron y Veiro, vinieron de las Tierras Llanas, sus vestidos, más refinados, denotan un mayor contacto con el romano, sobre todo por las capas que las adornan, a modo de estola con pieles de armiño; Guilfrey, Vilouzan, Montan, Balsa. Lagos y Narón, Montañeros del Meda, llegaron con anticipación.
Belesar y Barla, son ribereños del Miño, manejan las artes de pesca; conocen bien la agricultura del romano no en vano fueron sus aliados. Hubo un tiempo en el que establecieron alianzas y guerrearon con ellos esto les permitió pasar de las cosechas de supervivencia a las explotaciones para comerciar con las ciudades y villas romanas, acudieron no sin esfuerzo.
Y que decir de Cruzul, Cadoalla, Ouselle, Valouta y Ouson, que asentados en las faldas de los Ancares conocen el terreno palmo a palmo y salen al encuentro de los convocados.
Ataviado con una larga capa de lino y vestido con pieles burdamente cosidas, se encuentra un imponente guerrero, en la cintura, a modo de espada, porta un corto cuchillo, sostiene en las manos un pequeño escudo de madera, cóncavo, el anverso forrado en piel; la cabeza protegida por un casco adornado con dos palas de macho de Gamo, una jabalina con la punta de hierro doblada en forma de arpón, con sus piernas protegidas por polainas de pieles de nutria, presenta una estampa soberbia. ¡Es, nada más y nada menos que Caurel ¡el guerrero de las cumbres¡, ¡hijo de Evei,
A su lado, objeto de todas las miradas, destaca por su vestimenta de legionario romano, bajo una capa caracala Vimaredus; son muy pocos los que conocen que, a pesar de su romanizado nombre, es Esvario, laureado guerrero, sobre el que recae la responsabilidad
de Ocellum Galaicorum y más aún, esta emparentado con Caurel y mantiene excelentes relaciones con las aldeas vecinas.
No menos prestancia tiene Albion el más puro descendiente de los Eguivarri Namarini: nada ni nadie pasa desapercibido. ¡Están todos!
¡Si hay ausencias no se aprecian!, ¡aquí están los Esvarios en busca de la Unión!

Celebrarón en primer lugar un encuentro entre los guias; los grandes magos, Evei, el guardián circulo, Neira, de las Tierras Bajas, Legan de las Tierras Llanas, Ebúl de las Beiras del Eo y Hor, líder de los Oscos, fueron capaces de aproximar las posturas y dar sentido a la unidad, acertaron... y... constituyen el Consejo de Ancianos.
Los acontecimientos que les han llevado a coaligarse en igualdad y en libertad, fueron interpretados por Evei en la sangre y las entrañas del urogallo extraídas en presencia de los venerables ancianos, Legan, Ebúl, Neira y Hor, que participaron en la ceremonia del sacrificio ataviados con sus túnicas y caracallas, vestidos para la ocasión. El ritual dio comienzo al mediodía, en la piedra blanca de los sacrificios, ante los Esvarios que contemplan como los augurios son favorables y ven a los ancianos magos envolver a Evei con un respetuoso abrazo, y al unísono levantan sus brazos al cielo, reclaman la anuencia de los dioses y muestran su reconocimiento a la capacidad de adivinación de Evei.
Finalizada la reunión concertaron la asamblea, organizaron la Junta de los grandes guerreros, establecieron las bases de la alianza, generaron la conciencia de unión, fundamentada en la igualdad y en las tradiciones comunes: zanjaron y solventaron las diferencias del pasado, buscando ganar el futuro...
Así da comienzo la Unión de las tribus de la misma raza: nace una república en los montes Nerviasos; antes incluso de la imparable desarticulación del imperio de los cesares.
En la sacrosanta pradera los patriarcas, los guerreros, los clanes de todas las tribus que habían acudido a la cita, acordaron la federación, y en la gran asamblea de los Esvarios ¡nace la mágica república ancareña!
Tienen en común sus dioses, la lengua, los antepasados, y algunos, parentescos no muy lejanos. Las familias de los galaicos, los clanes y las tribus, “Esvarios,” aunaron sus necesidades; se agruparon a modo de federación y la federación los hace sentirse hombres libres, sin amo, cuidadores de la tierra; pastores del ganado y, además, agricultores.
Las praderas de Cervasos se llenan de alegría mientras las hogueras donde están cocinando las viandas, expenden su fragancia por la Arboleda.
Los Esvarios esperan el devenir del futuro seguros de ganarlo unidos en la tarea...


7

EL OCASO DE UN DRUIDA

Desde la gran cima, un anciano, contempla ensimismado la naturaleza que le rodea, su mirada recorre con lentitud las romas cimas de los montes, la vista viaja por igual al cielo y a la tierra, admira la espesa vegetación de los verdes valles, los prados, los bosques de castaños y robles. A sus pies, divisa las moradas flores del brezo, las amarillas de la xesta y del toxo, queda aprisionada su mirada. Con los sentidos cautivados por el aroma del arándano, Evei, embaucado, alza los brazos al cielo, da gracias a los dioses. Han pasado las horas, una eternidad, a él le ha parecido un instante; el sol agoniza por el oeste, por los confines de la tierra. Remiso en emprender el regreso, dirige una profunda mirada a derecha é izquierda, observa como los torrentes y los regatos de aguas. serpentean, se abren paso en busca de los arroyos y ríos; entre la flora, rodeados de álamos, sauces cabrunos y de saúcos vestidos con su blanca flor. De las moradas de los poblados, ascienden los hilos de humo del fuego de los lares. La noche se allega lentamente y con la misma lentitud, el anciano desciende, hacia el Santuario.
En los últimos rituales de adivinación, en la sangre y en las vísceras no encuentra signos que muestren con claridad los augurios, empieza su ocaso, él, probablemente se irá con los últimos días del otoño, consciente de no superar la etapa invernal, prevalece la cruda realidad, su ciclo ha finalizado, el cuerpo y la mente están agotados, desde esta reflexión encuentra alivio en la muerte. Evei, anhela encontrase con los antepasados en las floridas alamedas en los lugares de descanso de Bandunae, de Verona de Cheivenfei, ora, clama a los dioses a Cheivenfei, ¡Cumplí contigo! ¡Cumplí con los antepasados! ¡Cumple tu ahora conmigo! ¡Cumplid Dioses, Nereidas, Genios! ¡Dejadme morir con dignidad! ¡En pie! ¡Acogedme a vuestro lado como acogéis a los guerreros, con la espada en mano!
Y no tardando, meciéndose en el viento del oeste, el día sagrado de “samenjein”, voces anunciadoras de muerte, flotan sobre el castro de Cervasos, mientras el oscuro manto de la noche se cierne sobre las tierras de los Esvarios, el gran guía va traspasando la frontera del otro mundo.
El sacerdote iluminado por un extraño fulgor, se entrega al sueño eterno. Al amanecer aún se refleja en su cara una luz de paz.
Mágicamente, las fuerzas de la naturaleza, movidas por los dioses avisaron del funesto desenlace a los Esvarios, sin enviar emisarios, animales y aves nocturnas anunciaron el óbito, difundieron la noticia y convocaron a los funerales.
Al acto de incineración acudieron de todas las tierras, de todas las tribus, de todos los clanes, todos los gallús. Allí están los hijos y nietos, doloridos, conmocionados y al mismo tiempo convencidos de su inmortalidad.
Cervasos vivió largas jornadas de despedida a su guía, grandes presentes fueron depositados en el arca de las ofrendas, hasta los lobos mostraron su pesar, aullando sin descanso día y noche, durante días.

Transcurre el año cuatrocientos once, desaparece el último Druida con su muerte, el camino queda libre para los embajadores del monoteísmo cristiano y los discípulos de Prisciliano, aprovecharon la ausencia del lider de los Esvarios, por supuesto, para difundir sus creencias, esperaban este momento y estuvieron acertados.
Entre la bruma densa de las alamedas sagradas, plagadas de muérdago, cruzando los robledales, sin extinguirse el eco del gran Evei, reapareció Arbo rodeado de monjes predicadores del arrianismo, prueban a sustituir a los dioses locales, sitúan a Prisciliano como un gran Druida al que le había sido revelado un futuro floreciente, aspectos de su ideología como permitir que los clérigos llevaran el pelo largo, el incluir bailes en la liturgia, condenar la esclavitud y el fomento de la igualdad entre hombres y mujeres calan, penetran profundamente en los Esvarios, y allí donde se había venerado a Cheivenfei, donde los guías iban en busca del día, allí donde se adoraba a la Luna, donde se había venerando a la tierra, se rezaba a los vientos, se encendían hogueras en la noche, para traer la luz y expulsar a las tinieblas, allí sembraron la semilla unitarista, la simiente monoteísta que forzaba a desistir del culto al sol el germen de la vida, trasladando al olvido las ancestrales creencias defendidas por Evei. La suerte estaba echada, la evangelización la transmitían los discípulos de un druida muy inteligente y culto que había sido decapitado, tiempo atrás, defendiendo sus creencias. La ejecución de Prisciliano, fue en realidad un error, más que mitigar su influencia, la engrandeció, las sangrientas persecuciones a las que sometieron a sus partidarios, acrecentaron aun más la leyenda, muchos de sus devotos optaron por traer su cuerpo al Finisterra, con esta decisión, embrión de una peregrinación, da comienzo un mito, la ruta de las estrellas, un camino iluminado por la vía Láctea, el camino que empieza en cualquier lugar y termina en el campus estrelado. En el itinerario escogido por los portadores del cuerpo de Prisciliano, Cervasos fue una parada vital.
Los Esvarios con su habitual sentido de la hospitalidad, dieron acogida los restos del druida cuando aún no se habían apagado las cenizas de su gran sacerdote Evei, con el mismo respeto con la misma veneración.


8

LOS INVASORES


Lejos de las tierras ancareñas, puede que para cumplir con los augurios de Evei; tribus de Hunos montan en los caballos de la guerra, destruyen el reino ostrogodo; empujando en primer lugar a los Vándalos hacia el oeste y más tarde a sus primos los Alanos hasta la zonas altas del Rhin y allí en poco tiempo se alían Suevos, Vándalos y Alanos, e intentan varias veces el cruce del río pero son rechazados en en la frontera por las legiones romanas y por los francos, finalmente lo consiguieron.
Cruzaron aprovechando las aguas congeladas del gran río, con rapidez; dejando tras si una estela de pánico y saqueos.

Al reino gallego llegan primero, más ágiles, los Asdingos y Silingos; sus intenciones van dirigidas a la rapiña y al saqueo, además, encuentran en su camino una fuerte resistencia de cántabros y astures con los que no quieren guerrear. Por otra parte Alanos y Suevos, al entrar en las Galias, unos en busca de botín y otros de tierras donde aposentarse, retrasan la llegada.
Llegan en oleadas, saqueando, matando, robando y capturando rehenes para obtener esclavos: las fuerzas militares romanas desplegadas en el oeste, bastante adocenadas, reciben la orden de acudir al encuentro de los invasores, de este modo, Dídimo, jefe militar de la VII Legión, realiza una campaña de reclutamiento de tropas y acude, junto con Verniniano para cerrarles el paso pero fueron derrotados y desde entonces no se volvió a saber nada de la Legión VII.
Las guarniciones del ejercito romano desaparecieron en franca huida y los restos del ejercitó del decaído imperio quedaron en situación de abandono...

Asdingos y Silingos, se abalanzan sobre las aldeas los caminos y calzadas é incluso asaltan algunas instalaciones militares del romano... a las ciudades amuralladas no se acercan.

Las partidas de los Asdingos son descubiertas por los Esvarios cuando pasan cerca de las tierras de los ancareños que no saben, si los han ignorado o si por el contrario esperan la llegada de nuevos clanes para atacar: sus incursiones parecen partidas de caza y no búsqueda de asentamientos. Algunas tribus, incluso los acogen como amigos, les dejaron vivir entre ellos, aunque también se dan situaciones en las que los consideraron como sus peores enemigos en cambio otras optan por la lucha para rechazar a los enemigos.

Comenzó entonces una peculiar guerra por las tierras llanas y bajas y también por las Beiras del Eo: las tribus de los ancareños y de los Oscos, tienen a su favor el aislamiento geográfico, la inexistencia de ciudades importantes y una orografía difícil y hostil para el enemigo; con todo, lo más importante es su alianza: acudieron a la asamblea... Y la mágica república se alzó en guerra contra los invasores: hizo que los atacantes tuvieran que luchar pueblo a pueblo, valle por valle, resultándoles muy costoso el mantenimiento de campamentos, y mucho más difícil, la creación de urbes. Los guerreros Esvarios hostigan sin cesar a los invasores en pequeños grupos, sin concederles descanso a lo largo de varios años; aunque, Asdingos y Silingos, comparten vínculos religiosos comunes pero están enfrentados disputándose el botín obtenido en el pillaje; nunca hacen rehenes, ni tan siquiera capturan a las mujeres y los Esvarios aprovechan ésta circunstancia para atacarlos y castigarlos y les pagan con la misma moneda.
En medio de estas luchas... recibieron la inesperada ayuda de los hombres que según los augurios de Evei “vienen del mismo lugar que nuestros antepasados, traen en común, costumbres y muchos de nuestros dioses, son de nuestro tronco... no os dejéis engañar: sus caras pecosas y sus cabellos pelirrojos les confieren un aspecto aniñado, aunque tengan menos estatura que la nuestra, son fornidos y aguerridos”: siempre dispuestos a anexionar poblados y a someter tribus...Vinieron y los grupos de guerreros Esvarios los siguen sin buscar enfrentamientos, sin hacer notar su presencia... observan asentamientos de campaña y lo más preocupante; construcciones que indican sus intenciones de establecerse definitivamente y deciden acudir a su encuentro...
Partieron desde las laderas de los montes Nerviasos y Ervasos en busca de los llanos de las antiguas tierras de los Amaci, Orniaci, Lancienses y Bedunienses, ¡para Asturica! con todos los guerreros de las tribus de los Esvarios; todos los Gallús, tras el estandarte de la bandera blanca con la culebra estampada en azul ondeando al viento, junto al Hacha de las argollas, portada por Eifen, ¡unidos como antes!, ¡como siempre, hijos y nietos de Eiven!, imposible su ausencia, bastiones de la razas, sangre de ancareños. A su lado los descendientes de los Ladovis, Abadin y Meira, nietos de Legan, tras ellos Allan, Grandas, Salme, Maren, Pesoz, Illán, nietos de Hor, todos orgullosos de sus antepasados.
Obtienen información de las técnicas del enemigo; saben que Asturica Augusta ha sido entregada por los últimos patricios romanos al más afamado jefe suevo, Aquíla, al que también llaman Requíla, un gran jefe que es obedecido con acatamiento y que sus guerreros le siguen con fervor.
Aquíla, es inteligente y severo, utiliza las tácticas del romano; desaloja de las ciudades y villas, establece el orden y no permite a sus hombres repartirse el botín de guerra, al contrario, lo almacena y custodia para pagar a todos los hombres que se unan a sus tropas. Los jefes de sus guerreros son elegidos entre ellos que nombran a los más valientes y estos a su vez eligen caudillo de este modo Áquila es su Rey, y seguirá siéndolo hasta que no se produzca una nueva elección. No le interesa el combate o someter por la guerra: busca alianzas, manda a sus guerreros a pelear uno a uno contra quien designe el contrario; si pierde abandona, y si su guerrero vence, exige el sometimiento; respeta dioses y costumbres de sus vencidos aunque no sean las suyas. Su imparable marcha le ha llevado hasta Briga, donde reside; desde allí gobierna, no sale salvo cuando inicia sus campañas de guerra. Establece alianzas con príncipes que regentan las ciudades y que se someten. En las urbes vencidas nombra príncipes a sus jefes guerreros y algunos cobran tributos como los romanos y otros reparten equitativamente el producto del botin. Renuncia al derramamiento de sangre y establece como formula para evitar la guerra el combate entre los mejores guerreros; los Esvarios aceptan y le desafian con su mejor guerrero, Eifen, hijo de Weife, nieto de Evei.

Áquila, soporta el calor y contempla a los ancareños, entre receloso y jactancioso: tiene ante si numerosos guerreros montados en corceles, bien pertrechados y es consciente que hay muchos más escondidos en las montañas. Examina el horizonte en busca de señales que le indiquen sus posiciones, cuando un atronador griterío procedente del bando enemigo, le extrae de la contemplación; el guerrero elegido para enfrentarse a Genserico, su mejor hombre. Eifen, levanta el brazo agitando su pértiga y permanece largo tiempo arengando a sus fuerzas, influyendo terror en sus rivales. Mientras las lanzas de los Ancareños percuten contra sus escudos en ritmo progresivo, generando nerviosismo en su cabalgaduras, Genserico, presencia la escena, sin impresionarse, aunque los cielos se tornan tormentos y no presagian nada bueno.
En larga y extenuosa lucha, Eifen dio muerte a Genserico y Áquila pactó acuerdos de paz en igualdad, abandonando la lucha, continuando su marcha hacia el oeste para instalarse en Briga.
EL pacto de Áquila con los Ancareños fructifico en una alianza duradera: Eifen mantuvo las tierras ancareñas libres de los asentamientos de los clanes y tribus suevas. Sin participar en las luchas que mantuvieron contra vándalos y alanos que fueron expulsados a Lusitania, los Alanos y a la Bética, los vándalos.
Las formas de gobernar de Áquila permitieron a los suevos, ocupar Gallaecia, establecer la paz en todo el territorio rodeado, crear un reino.
Nada era ajeno para Eifen: los hechos le fuero revelados por su abuelo Evei, el gran adivino, antes de abandonar “este lado” le mostró el futuro y el sabe que a la muerte de Áquila con de la llegada de su hijo Reckiario también llegara su final; que llegaran nuevos invasores a lomos de la fe católica...y más invasiones vendrán que a los mágicos Esvarios ignoraran o evitaran...y en el cenit del reino suevo, cumpliendo con su destino, acudió al encuentro de los antepasados.


DEDICATORIA
A todos cuantos aman las tierras Galaicas
a los habitantes de los Ancares por haber
conservado con su modo de vida, los bosques más
esplendorosos y extensos de Galicia.
A los que estoy profundamente agradecido
y en deuda por permitirme contemplar
una exuberante riqueza 
donde aún hoy encuentran cobijo osos, ciervos,
zorros, jabalíes, lobos,
tejones, comadrejas,
hurones, armiños, nutrias y la águilas y gavilanes
que nos deleitan con su vuelo.

NOTA DEL AUTOR

ÉSTE RELATO, INSPIRADO EN LO HECHOS ACONTECIDOS EN DONÍS A FINALES DEL SIGLO XIX, ES UN TRIBUTO A LA OBTINACION DE LOS HOMBRES INDOMABLES ANTE LA INJUSTICIA .
A finales del siglo XIX, los habitantes de Donís, hartos de pagar sus contribuciones, más por no tener con que pagar que por rebelión, capturaron al recaudador de rentas; le hicieron prisionero y proclamaron la República independiente de Donís; su libertad e independencia les duró poco tiempo; la contundente actuación de la “Benemérita” se encargó de poner fin a sus aspiraciones.
A VOSOTROS “LOITADORES POLOS HOMES CEIBES” VAI A MIÑA MI GRATITUDE.


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